El Regreso de Yarima
El documental "El Regreso de Yarima" nos dejó con más interrogantes que respuestas. Por esta razón, decidimos investigar un poco más sobre la historia de Yarima y Good.
Yarima, una indígena
yanomami, tenía ocho años y vivía con su pueblo en la selva amazónica, cerca de
la frontera entre Venezuela y Brasil, cuando conoció al antropólogo estadounidense
Kenneth Good, tan blanco y tan grande que le encantó.
Good se adentró en los
bosques en 1977, como miembro de una expedición universitaria estadounidense
que investigaba la alimentación yanomami. Le gustó la vida allí y se quedó con
los yanomamis durante 11 años.
Se casaron en 1983, cuando
Yarima había cumplido 14 años. Pero un día Good viajó a Caracas y ella fue
raptada por varones de otra aldea y, según la costumbre yanomami para mujeres
sin marido, pasó a ser la mujer de todos.
El antropólogo logró
recuperarla dos años después. Pero en 1987 decidió volver a su país, llevando a
Yarima embarazada del primer hijo, al que siguieron dos más. Esa historia y los primeros
años de Yarima en Estados Unidos son contados por Good en un libro publicado en
1991: "Dentro del corazón".
La prensa, especialmente la
televisión, la convirtió en una especie de Cenicienta etnológica, pero el
desenlace de la historia aportó un dato dramático a los cuentos de hadas: la
barrera cultural que impide un final feliz.
Sin aprender inglés, Yarima
no se adaptó a la vida en la periferia de Nueva York. Según relatos de amigos,
divulgados por el diario brasileño O Estado de Sao Paulo, vivía deprimida y le
decepcionaba ver cómo sus propios hijos rechazaban la naturaleza, al punto de
detestar poner los pies en el césped.
La aparentemente idílica
historia de la pequeña yanomami llevó a una cadena de televisión a producir un
documental sobre su vida. Para eso Yarima y Good volvieron en 1993 a los
bosques amazónicos con un equipo para filmar en el área yanomami.
Yarima desapareció en la
selva y fue dada por muerta. Sólo ahora se supo que está viva, a los 28 años,
casada con un yanomami, con el que tiene otro hijo de año y medio. La descubrió
una expedición científica estadounidense en noviembre pasado.
Quedó claro que ella se fugó
en 1993, abandonando a sus tres hijos, a Good y a Nueva York, para volver a
vivir en su tierra natal.
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